Crucero del Sur
La tumba de Nuestro Señor, en el transepto sur, fue realizada alrededor de 1496. Esta fecha, inscrita en el pilar derecho, se confirma por las armas que aparecen en su entablamento: son las del Rey Carlos VIII, su esposa Ana de Bretaña y de Carlos Orlando, Delfín de Francia.
Este monumento está consagrado por completo a la pasión y resurrección de Cristo. Es una especie de relicario monumental destinado a contener la reliquia de la Santa Espina. El nicho destinado a contenerla se distingue en la bóveda de la parte baja del monumento. En la parte alta, la cruz (vacía, puesto que el cuerpo acaba de ser depositado en la tumba) está sobre el calvario, simbolizado por un cráneo. Un ángel lo sostiene entre sus brazos. A cada lado, la cruz de los dos ladrones: a la izquierda, un ángel sostiene la columna de la flagelación y los látigos; a la derecha, un ángel porta la lanza y el junco. Bajo ellos otros dos ángeles, uno de ellos sostiene la corona de espinas, el otro los clavos y la túnica de Cristo.
En los nichos del registro superior aparecen el profeta Isaías y el Rey David de cintura para arriba. Cada uno sostiene una filacteria en sus manos. En la de David hay una inscripción del libro de los Salmos: No permitirás que tu santo vea corrupción (Sm 16, 10). En la de Isaías: Su sepulcro será glorioso (Is 11, 10). Son dos anuncios proféticos de la resurrección. El monumento no sólo evoca la muerte de Jesucristo: inspira esperanza en su Resurrección.
La parte baja está reservada a la sepultura propiamente dicha. Además de a Cristo, encontramos a diversos personajes de los Evangelios. Todos miran el rostro de Cristo: en su cabeza, José de Arimatea, propietario del sepulcro. A su lado, un hombre reconocido por la tradición como Nicodemo. Sostenida por San Juan, la Virgen María ocupa un lugar central. A su izquierda hay dos santas mujeres: María, madre de Santiago, y Salomé. Un personaje vestido de caballero se encuentra frente a José de Arimatea. Probablemente represente al benefactor que permitió realizar esta obra de arte. Por último, al pie del sepulcro, María Magdalena está sentada en plegaria. Es representada en penitencia. Su rostro sereno, que es el único (junto con el de Cristo) que no está fruncido, expresa su fe y su plegaria. María, de quien dijo Jesús que había elegido la mejor parte (Lc 10, 42) es el modelo de la vida contemplativa. A uno y otro lado, dos soldados romanos guardan el sepulcro. Sus manos y rostros fueron destrozados por peregrinos en una devoción descontrolada.
A la izquierda del monumento, bajo un altar, se encuentra una pietà al estilo de Borgoña. Su presencia en ese lugar está documentada desde 1477.