El patrimonio
Nuestro patrimonio más preciado es la plegaria y la vida espiritual. La adoración no se expresa solamente mediante el silencio del corazón, sino también buscando la belleza en todo lo que hacemos. Los monjes de Solesmes han cultivado y todavía cultivan diversas formas de arte: el canto gregoriano, por supuesto, que ha dado notoriedad a nuestra abadía, pero también la orfebrería, la sastrería, la arquitectura y la escultura. El arte y la belleza tienen su lugar en la liturgia, pero también fuera de ella, puesto que toda nuestra vida debe convertirse en un canto de alabanza para Dios.
Nuestro deseo de conservar nuestro patrimonio artístico e intelectual intacto tiene sus raíces en la convicción de que todo lo que es bello y verdadero nos enseña sobre Dios.