Formas musicales
(gregorianas)
El canto gregoriano no es un objeto principal de estudios científicos e históricos. Aunque dichos estudios serían importantes y necesarios, convertir el canto gregoriano en un monumento al pasado podría dañar la Tradición Viviente de la Iglesia. En efecto, el canto gregoriano tiene, por su propia naturaleza, un lugar central en la liturgia, en la plegaria conjunta del pueblo de Dios. El repertorio gregoriano se encuentra en los libros litúrgicos que la Iglesia nos da en la actualidad. Estos libros son el Gradual para las piezas de la Misa y el Antifonario para la totalidad del Oficio Divino.
1- Los cantos de la Misa
El Gradual, libro que contiene las piezas gregorianas cantadas durante la misa, se compone de tres grandes partes: el Propio, el Común y el Ordinario.
El Propio contiene las piezas para cada domingo del Año litúrgico (Adviento, Cuaresma, Pascua, Tiempo ordinario...), las fiestas del Señor y las de los Santos. Estas piezas son : el introito, el gradual, el Aleluya, el canto de ofertorio y el canto de comunión. También contiene los tractos, que se cantan antes de las lecturas en la Cuaresma, y las cuatro secuencias (Victimæ paschali laudes, Veni Sancte Spiritus, Lauda Sion, Stabat Mater).
El Común reúne las piezas que se cantan en las fiestas de los santos que no son piezas propias.
Además de los cánticos del Propio y el Común, la celebración de la misa incluye cantos con texto fijo, independientemente del día o fiesta: el Ordinario, que incluye el Kyrie, el Gloria, el Credo, el Sanctus y el Agnus Dei.
2- El Oficio Divino
Siete veces por la mañana y una por la noche, la comunidad se reúne en el coro para llevar a cabo la obra esencial y central, deber inalienable de toda vida religiosa : el Oficio Divino (Opus Dei, obra de Dios), la gran plegaria cotidiana de la Iglesia. Los oficios del día y de la noche forman la gloriosa comitiva, la preparación para el resplandor de la Misa, en palabras de Dom Delatte en su Comentario a la Santa Regla.
El Oficio Divino, contenido en el Antifonario santifica el día entero mediante la alabanza divina. En distintas partes del Oficio en las que la melodía está más o menos ornamentada (antífonas, salmodias, responsos, himo y versículo, cánticos evangélicos del Benedictus y del Magnificat). Las lecturas bíblicas con un sobrio recitativo son la base de todo el canto gregoriano. El Antifonario se divide en Propio (del Tiempo y de los Santos) y Comunes de los Santos.